11 may 2010

EUROPA exige lo mejor de nosotros

Ambición, imaginación, humildad, tenacidad y coraje.

Tras la crisis del 73, el proyecto de Europa quedó estancado durante varios años. Las políticas proteccionistas se adueñaron de los Estados miembros y la idea de Europa cayó en un profundo sueño, produciéndose lo que comúnmente llamamos primera "crisis de identidad europea". Al analizar la situación en aquel momento se describieron como las claves de dicha crisis los siguientes elementos:

  • Insuficiencia del Tratado de Roma. Faltaban instutuciones para llevar a cabo las tranformaciones requeridas.
  • Desequilibrios de las Políticas Comunitarias. Distintos desarrollos de las políticas comunitarias.
  • Rigidez en el proceso de toma de decisiones. El criterio de la unanimidad frenaba cualquier avance.
  • Mercados fragmentados y pérdida de competitividad frente a sus adversarios comerciales. Necesidad de unificar mercados europeos.
  • Pérdida de influencia en los foros internacionales. Poca repercusión europea en el plano internacional.

Todas las economías entraron en una profunda crisis, y no sería hasta principios de los ochenta cuando Europa y el resto de la economía mundial comenzara un nuevo ciclo expansivo. El eurooptimismo y las ganas de dar un nuevo impulso al proyecto europeo hicieron posible que surgieran grandes ideas. Un estudio, el Informe Cecchini sobre "El Coste de la no Europa" cuantificó el NO mercado único y valoró en términos económicos las ventajas que aportaría a los Estados miembros su pertenencia a él (según el Informe entre un 4,3%-6,5% del PNB),  así que el Mercado Único se hizo realidad el 1 de enero de 1.993. 
Un segundo logro e impulso de la economía de la UE sería sin duda la moneda única, aunque si bien el efecto euforia del momento hizo que se pudiera precipitar su instauración sin las reformas estructurales necesarias previas (armonización de la economía). Es el efecto-anticipación.
Una segunda "crisis de identidad europea" pareció adueñarse de los europeos tras la fracasada Constitución Europea, o eso se dice, el debate sobre el futuro de la Unión resurgió, una vez más hizo que los tecnócratas y politólogos (bomberos como dice Delors) hicieran sus renovados Informes para dar respuesta a la fallida arquitectura institucional propuesta.  De este análisis se obtuvieron, de nuevo, los siguientes elementos que le faltaban a la UE para ver la luz (según el Parlamento Europeo):

  • Democracia. Sin Constitución que regulase las relaciones básicas, la UE no podría ser comprendida por los europeos: valores comunes sobre los que se asienta la UE.
  • Eficiencia. Sí, teníamos una moneda única, símbolo de integración, pero no la convergencia económica de todos los países, ni la disciplina presupuestaria requerida. La escasa coordinación y el proteccionismo en cuanto a asuntos económicos de los Estados ha ido dejando al símbolo carente de fondo.
  • Eficacia. Las ampliaciones han puesto de manifiesto las desigualdades sociales, culturales, económicas e ideológicas de los Estados miembros. La consecución de acuerdos es pues un camino continuo de obstáculos que evidencian las distintas necesidades regionales.
  • Solidaridad. Más políticas sociales, lucha contra el desempleo y búsqueda de cohesión social.
  • Presencia en el mundo. La ineficacia de la Política Exterior Común sigue siendo el Talón de Aquiles de la UE, que no acaba de estar representado ni entre sus ciudadanos ni de cara al exterior con una sola voz que se escuche en la esfera internacional.

La actual situación de crisis económica mundial, podría despertar la tercera "crisis de identidad europea" o quizás acentuar la anterior. Lo que si está claro es que los problemas son y han sido siempre los mismos, y las conclusiones también. Pero lo que me sorprende es que nunca hayan puesto de manifiesto que el principal problema, en donde falla a lo largo de los años la puesta en marcha de la UE, o la comprensión de ésta, es precisamente en esas repetidas "crisis de identidad europeas", es decir la pérdida del valor "europeismo", tal y como expuso Antonio Bar Cendón, Catedrático de Derecho Constitucional, en un magnífico artículo publicado en el diario Las Provincias (mayo 2009): "Y, sin embargo, el problema que nadie preveía y que ni siquiera los más catastrofistas anunciaban, es el que se ha producido y es el que puede tener -está teniendo ya- más graves consecuencias y de mayor alcance para Europa. Me refiero, lisa y llanamente, a la pérdida de valor del "europeismo". El europeismo entendido en este sentido como el sentimiento de pertenencia a un colectivo social y político - cuya identidad se percibe en términos culturales y políticos -y la defensa del mismo frente a quienes lo niegan o menosprecian: frente al "euroescepticismo".

El tercer impulso y como axioma para dislumbrar el futuro de la UE, pasa por situar al Ciudadano como objeto y destino de la Idea de Europa. No existe día de Europa si no hay debate de Europa, si "europeismo" y "euroescepticismo" no se hablan, no conversan, ¿cómo podría un sistema funcionar sin diálogo?, sin debate entre ciudadanos, políticos, actores sociales...
La UE ha sido y será siempre un modelo abierto, en continua evolución, como un ser vivo, las nuevas incorporaciones y los cambios sociales y económicos han ido ordenando de forma casual los logros conseguidos, y siempre ha sido así. La idea de Europa se basa, desde sus orígenes hace 60 años, en una Unión Política, no Económica, parece que nos hemos olvidado de la idea originaria y le hemos dada demasiada importancia a la parte económica, que no deja de ser un medio para conseguir un fin. Así que, como no soy una europea tibia, no quiero una Europa insípidao dejamos a Europa, de nuevo en brazos de Morfeo, o damos a Europa lo mejor de nosotros y jugamos a ser verdaderos ciudadanos europeos.

Imagen:Morfeo e Iris, de Pierre-Narcisse Guérin (1811)

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