Dice un proverbio chino:
“Si quieres un año de prosperidad, siembre grano, si deseas diez años, siembra árboles; si deseas cien años, siembra gente”.
Este proverbio explica porqué el ingreso de la enorme fuerza de trabajo de China en la economía global puede resultar el cambio más profundo en cincuenta o cien años. China, junto a otros gigantes que surgen, como India o Brasil, han duplicado la fuerza de trabajo mundial, lo que eleva la producción mundial y por tanto, la futura prosperidad global. Según la política de planificación familiar de China, formulada a principios de los años setenta, el punto máximo de personas en edad de trabajar entre 16 y 60 años se dará en 2.016, según los cálculos gubernamentales estos representarán 990 millones (aproximadamente un 80% de la población total) . Estos datos contrastan con el acusado déficit demográfico que vive Europa, el declive de la fecundidad, o “baby crash”, con una población cada vez más envejecida, que se estima en un 29% en 2.050 (mayores de 64 años). Un envejecimiento que supone no sólo un mayor gasto en el sistema sanitario y de problemas de financiación de la seguridad social, si no también una disminución en el potencial de crecimiento del PIB, pérdida de competitividad y descenso en la productividad, salvo que se subsane con una correcta política de inmigración...Aunque lo cierto es que nadie habla de política de inmigración, ni de políticas sociales, si no de una correcta "política de capitalización de pensiones privadas", algo que soluciona, en principio, los problemas de financiación de la seguridad social, y como no de las feroces bocas hambrientas de los lobbies que gestionan las pensiones privadas, pero no solucionan ni el crecimiento, ni el índice demográfico, ni aumentan la competitividad ni la productividad, ni mucho menos el estado del bienestar, que lejos de mejorar, se va debilitando, y continuará debilitándose en un futuro cercano.
A esta circunstancia, le acompaña el hecho de que la desaceleración mundial debida a la grave crisis financiera es especialmente aguda en las economías avanzadas, el crecimiento ha descendido en general, excepto en las economías emergentes y en desarrollo, donde éstas han sido menos afectadas por la crisis y continúan creciendo, encabezadas precisamente por China y la India.